Silencio Cívico o Censura

por Abel Marín
censura y autocensura

Antes de caer en la censura de otro piensa que…

El precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres. – Platón

Como abogado, veo todos los días cómo las decisiones políticas que algunos prefieren ignorar terminan plasmándose en el BOE, transformadas en leyes y normas que afectan profundamente nuestras vidas. Desde los impuestos que pagas, hasta la calidad de la educación de tus hijos, el precio de la luz o el destino de tus ahorros. Todo ello está impregnado de política.

Por eso, confieso que me decepciona profundamente el rechazo visceral de ciertos usuarios en redes sociales, como en LinkedIn, hacia el debate político. Hasta el punto de imponer la censura por medio del ataque personal.

Si tú también crees que “la política no tiene cabida aquí”, te invito a reflexionar:

¿Es que no te interesa?

¿No te gusta escuchar ideas distintas?

¿O, simplemente, temes enfrentarte a tus propias contradicciones?

Porque evitar la política no te protege, solo te convierte en un espectador de cómo otros deciden por ti.

No es lo mismo ladrar que debatir con argumentos

El problema, lo admito, no es solo la aversión a la política, sino la forma en la que muchos la abordan.

Redes sociales como LinkedIn deberían ser el lugar ideal para el intercambio de ideas que amplíen horizontes, pero en lugar de debates constructivos, vemos ataques personales, descalificaciones gratuitas y fanatismos. ¿Es eso debatir? No.

Pero, ¿es la censura la forma adecuada, o rebatir con educación y argumentos?. 

Y… no crees que la autocensura a la que nos cometemos junto a un periodismo amordazado y politizado, nos lleva indefectiblemente al totalitariasmo del pensamiento único.

Debatir con argumentos exige valentía y rigor.

  • Es escuchar al otro con la intención de comprender, no de destruir.
  • Es aceptar que puedes estar equivocado, y que la opinión contraria puede enriquecer la tuya.
  • Es aportar datos, hechos y análisis, en lugar de recurrir al insulto o al sarcasmo vacío.

Ladrar es fácil. Cualquiera puede hacerlo. Pero debatir con argumentos exige algo mucho más difícil: pensar.

¿Cuál es realmente tu problema con la política?

Para quienes sienten incomodidad cada vez que leen un post político, hay preguntas que necesitan responderse:

 

  1. ¿Es que no soportas escuchar ideas distintas?
    ¿Te molesta que alguien cuestione tus convicciones? Reflexiona: la democracia no existe para que todos estemos de acuerdo, sino para que convivamos en la diversidad.
  2. ¿No tienes capacidad de reflexión?
    Pensar en política requiere tiempo y esfuerzo, pero es un ejercicio necesario. Quienes desprecian el debate político, ¿realmente lo hacen porque no les interesa, o porque les cuesta reflexionar más allá de sus prejuicios?
  3. ¿Eres un fanático?
    El fanatismo es enemigo de la democracia y de cualquier sociedad libre. Si reaccionas a una idea política con rechazo automático, tal vez no sea la idea el problema, sino tu propia incapacidad de aceptar que existen formas diferentes de pensar.
  4. ¿Te gusta la censura? Cuidado porque eso tre llevará a algo mucho peor, a la autocensura.

Si tú no te interesas por la política, ella se interesará por ti

Es fácil criticar a quienes hablan de política en redes sociales. Más fácil aún es desentenderse. Pero te recuerdo algo: mientras tú eliges callar o mirar para otro lado, otros están decidiendo tu futuro. Están escribiendo leyes, regulando tu trabajo, gravando tus ingresos y decidiendo cuánto valen tus derechos.

pensamiento único

 

El mundo no cambia porque te incomodes con un post.

Cambia cuando te atreves a debatirlo, con respeto, pero con firmeza. Porque, como decía Platón, si te desentiendes de la política, estarás condenando a tu sociedad a ser gobernada por los peores. Y eso, aunque tú no lo veas, lo pagas tú.

Así que no te decepciones cuando alguien hable de política. Decepciona que tú no tengas nada que decir, porque prefieres sentir que pensar.

 

Ser claro y directo no es una opción, sino una obligación moral, por ello he escrito mi novela «Tragando sapos», una novela políticamente incorrecta, pero socialmente necesaria (ver).

Libro Tragando Sapos
Tragando sapos

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2 comentarios

Thalie Dale 4 de enero de 2025 - 21:45

Que el sufragio universal es la causa de los problemas de «las democracias occidentales» se sabía en la Grecia Antigua. Platón advertía que las masas ignorantes y poco inteligentes son incapaces de autogobernarse o de elegir supuestos representantes. Pues, para que las masas puedan debatir los temas políticos, económicos o ecológicos necesitan la información fidedigna respecto al tema concreto, o sea, deben ser iluminadas, capacitadas y preparadas para poder elegir en el momento dado. Y ojo, no todos los que integran esas masas serán capaces de tomar decisiones. Su preparación es un proceso largo y duro.
El equipo de un gobernador o sus consejales tienen que ser personas especialmente entrenadas y capacitadas para llevar a cabo su trabajo administrativo, para que la gobernanza sea más fluida, sensata, realista y prudente. Por lo tanto, para combatir el Sistema Corrupto, en primer lugar, hay que educar a los ciudadanos para que estén preparados y sean conscientes en el momento de opinar o votar. Segundo, para dirigir tanto «el barco de estado» como diferentes áreas de la sociedad, se necesitan especialistas bien formados y experimentados para este tipo de trabajo. Como dice el refrán: » Zapatero a tus zapatos». Así, hemos llegado a la necesidad de la meritocracia. Pues, cuál es el siguiente paso? Cómo llegar a esta meritocracia?

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Abel Marín 5 de enero de 2025 - 07:35

¡Hola, Thalie!

Antes que nada, muchísimas gracias por tu comentario, tan reflexivo y lleno de sustancia. Es un placer ver cómo aportas al debate con un análisis bien estructurado y planteando cuestiones que no solo tienen profundidad histórica, sino también relevancia contemporánea.

Comparto plenamente tu punto de vista sobre la necesidad de una ciudadanía preparada y consciente para ejercer su derecho al voto. Como bien mencionas, Platón ya advertía de los peligros de un sufragio universal en manos de masas desinformadas o incapaces de discernir entre opciones políticas. Y esto no es una cuestión elitista, sino una realidad que se evidencia en la falta de información crítica y en los debates superficiales que muchas veces dominan nuestras democracias.

La educación como pilar fundamental

Coincido contigo en que la base para combatir un sistema corrupto y disfuncional radica en la educación cívica y política. Es imposible aspirar a una gobernanza sensata y prudente si los ciudadanos no están preparados para comprender las implicaciones de las decisiones que toman al votar. Este proceso, como bien señalas, es largo y duro, pero imprescindible. Sin ciudadanos conscientes, informados y capaces de analizar críticamente, el sistema democrático seguirá siendo presa fácil de manipulaciones y populismos.

Sin embargo, parece que por un lado el marxismo cultura (hoy cultura woke) y por otro la evidente mayoría de paises autocráticos, me da la sensación de que vamos perdiendo por mucha diferencia, la mediocridad y el ensalzamiento de lo zafio y cutre es la nueva religión,

Especialistas al mando: la meritocracia como horizonte

Tu reflexión sobre la necesidad de formar y capacitar a los líderes y administradores del estado es absolutamente acertada. La gobernanza no debería ser un premio para quienes ganan la simpatía de las masas, sino una responsabilidad en manos de especialistas con experiencia y preparación para gestionar las complejidades de una sociedad. El refrán «Zapatero a tus zapatos» resume perfectamente esta idea: necesitamos líderes que, más allá de carisma, tengan conocimientos sólidos y una visión realista y prudente.

¿Cómo llegar a la meritocracia?

Tu pregunta sobre el siguiente paso hacia una meritocracia es crucial. Mi opinión es que el camino debe partir de dos ejes principales:

Reforma educativa: Introducir una formación cívica obligatoria desde edades tempranas, enfocada en pensamiento crítico, lógica y análisis político. Además, es necesario garantizar el acceso a una educación superior de calidad para formar a los futuros líderes y administradores.

Cambio en la selección de líderes: Deberíamos exigir requisitos más estrictos para acceder a cargos públicos, tanto en términos de formación académica como de experiencia práctica. Los procesos de selección deben ser más transparentes, basados en competencias, no en ideologías ni en redes clientelistas.

Pero todo, me temo que es muy difícil, al menos en España, pues estamos a la cola de los paises desarrollados en los índices educativos. Soy pesimista aunque mi pequeña aportación es este humilde y deconocido blog.

El desafío del presente.

Sin embargo, llegar a esta meritocracia requiere no solo cambios estructurales, sino también un esfuerzo colectivo para salir del conformismo y la apatía política. Como sociedad, debemos demandar mejores líderes, rechazar la mediocridad y no temer a los cambios que una transición hacia la meritocracia pueda implicar.

Thalie, me encantaría seguir explorando esta idea contigo, ya que es un tema vital para la transformación de nuestras democracias. Gracias de nuevo por enriquecer el debate con tus ideas. ¡Seguimos en el camino de cuestionar, reflexionar y proponer!

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