Nos han hecho creer que el sistema legal y las instituciones europeas son baluartes de justicia, democracia y progreso.
Y llamamos al resto democracias fallidas. Es Partitocracia, en unos lugares un partido único, en otros dos «familias políticas» que hacen el teatro de ser adversarios.
Sin embargo, la realidad que enfrentamos es muy distinta: tanto a nivel nacional como europeo, las leyes y las instituciones no son herramientas para proteger a los ciudadanos, sino instrumentos al servicio de una élite que perpetúa la desigualdad, el control y la falta de responsabilidad democrática, un feudalismo muy alejado del ciudadano.
No estamos viendo la tendencia, es una deriva que quizás cuando nos demos cuenta sea tarde.
La Justicia Nacional: entre la política y la impunidad
En España, la politización del Consejo General del Poder Judicial – CGPJ (ver) y del Tribunal Constitucional son ejemplos claros de cómo las instituciones están secuestradas por los partidos políticos.
El CGPJ debería ser un garante de la independencia judicial, pero se ha convertido en una herramienta partidista.
Por su parte, el Tribunal Constitucional (ver), lejos de actuar como un árbitro imparcial, actúa como un órgano político controlado por los intereses de las Casas Feudales del siglo XXI: los partidos políticos. (ver)
Esta realidad no solo socava la confianza en la justicia, sino que perpetúa un sistema diseñado para proteger a las élites y mantener las desigualdades estructurales.
Europa: la Democracia que nunca fue
El problema no termina en nuestras fronteras. A nivel europeo, estamos atrapados en un sistema legal y político que carece de verdadera legitimidad democrática. La Comisión Europea, el órgano ejecutivo que toma decisiones cruciales sobre nuestras vidas, no es elegida directamente por los ciudadanos europeos.
El Parlamento Europeo (ver), que sí se vota, no tiene funciones legislativas plenas ni elige al gobierno. Esto significa que somos gobernados por personas que nadie ha elegido directamente, lo que plantea una grave crisis de representación.Las políticas de la Unión Europea reflejan esta desconexión con la realidad de sus ciudadanos.
En lugar de abordar las necesidades urgentes de la población, las instituciones europeas están obsesionadas con promover agendas absurdas, erráticas y cargadas de ideología woke que lejos de resolver problemas, los agravan. La crisis energética, las políticas medioambientales extremistas y la falta de estrategias económicas coherentes nos están hundiendo.
Leyes a Medida y Políticas Erráticas
A nivel nacional y europeo, las leyes y las políticas parecen diseñadas para proteger a quienes están en el poder, no para garantizar justicia o bienestar. Ejemplos como la reciente Ley de Amnistía (ver) en España o las normativas europeas sobre transición energética muestran cómo se legisla de espaldas a la ciudadanía, priorizando intereses ideológicos o de grandes lobbies sobre las necesidades reales.
Algo que no nos debe estrañar, pues nos gobiernan políticos a los que nadie hemos votado directamente, el Parlamento Europeo es un teatro, ¿es esta la democracia que exigimos a paises no democráticos? (ver)
Un sistema que castiga a los ciudadanos
El acceso a la justicia, tanto en España como en Europa, es un lujo que pocos pueden permitirse. La burocracia, los costos y la lentitud de los sistemas judiciales convierten el derecho a la justicia en un privilegio reservado para las élites.
Mientras tanto, las instituciones que deberían protegernos se dedican a regular nuestra vida cotidiana con políticas ineficaces que generan incertidumbre y precariedad.
Pero viviendo de nuestros enormes impuestos, ¿vive un chino más o menos sometido que un europeo?
La urgencia de un cambio ético y democrático
El sistema legal, lejos de ser una herramienta de justicia, se ha convertido en un arma para perpetuar las desigualdades. Esto no es un problema exclusivo de España; es una trampa a nivel europeo. La falta de responsabilidad democrática en las instituciones de la UE, combinada con políticas erráticas y alejadas de la realidad, pone de manifiesto la necesidad de un cambio profundo.
Como reflexionamos en Feudalismo 4.0, vivimos en una era donde las élites han transformado las instituciones en feudos que protegen sus intereses. Es hora de exigir transparencia, independencia judicial y una democracia real tanto en España como en Europa. Porque si seguimos aceptando este sistema, no solo perpetuaremos la desigualdad, sino que hipotecaremos nuestro futuro como sociedad.
Y te preguntas, ¿hasta cuándo seguiré Tragando sapos?