No critico por criticar, critico porque tengo una visión distinta de lo que es una democracia real, porque veo otra forma de hacer las cosas, más justa, más democrática. Y ahora es el momento de ponerla en práctica.
No me basta con señalar que los políticos son corruptos, que el sistema de partitocracia está podrido, que la representación está manipulada. Eso lo sabemos todos. Pero lo importante no es lo que está mal, sino cómo arreglarlo.
Llevo años observando cómo el sistema, desde que era joven, aún antes de ser abogado, no es democrático, nunca lo fue, y cómo una mala gestión detrás de otro error sigue trayendo consecuencias nefastas para todos.
No puedo seguir aceptando que, con todo lo que sabemos, no intentemos un cambio real. Y no es algo inventado, no es una utopía; existen modelos que funcionan en otros países, y es hora de que España dé el paso hacia una democracia real, no una farsa. Así que, no me basta con la crítica. Aquí va mi propuesta.
Necesitamos reforma radical del sufragio y la representación política para el siglo XXI
El sufragio activo: La trampa de las listas cerradas y el caudillismo
El sufragio activo —el derecho a votar— se ha convertido en una farsa. En lugar de elegir a personas, los votantes eligen partidos, y dentro de esos partidos, los líderes —generalmente hombres, por cierto, ya que el patriarcado en la política española sigue siendo el gran ausente de cualquier análisis serio— deciden las listas de candidatos. ¿Quiénes? Pues los jefes del partido, los que controlan todo, en lo que podemos llamar sin ningún miramiento un verdadero caudillismo político.
Este sistema condena al votante a votar no por personas que conoce, sino por etiquetas que nada tienen que ver con sus intereses locales o personales.
En España, es común que un candidato se presente en una circunscripción donde ni siquiera reside, como si el hecho de ser de Cádiz le diera derecho a representar a los votantes de Ávila. Este es un claro ejemplo de desconexión entre los electores y los elegidos. Nadie sabe a quién vota, solo reconoce las siglas del partido.
Propuesta para el sufragio activo:
Es urgente cambiar el modelo y adaptarlo a la realidad del siglo XXI. Propongo eliminar el Senado y crear una única cámara, donde los representantes se elijan de manera directa e independiente.
Cada circunscripción de 100.000 habitantes debería elegir a una sola persona, que podrá ser un candidato independiente o de un partido local.
La clave es que los ciudadanos deben conocer a sus candidatos. Se debe establecer un tiempo mínimo para que los votantes puedan investigar a sus representantes, conocer su trayectoria, estudios, edad, familia…
Todo lo necesario para saber realmente quién va a tomar decisiones que afectan a sus vidas. 100.000 personas es una circunscripción pequeña, y suficiente para que un candidato pueda estar verdaderamente cerca de sus electores, de sus preocupaciones reales.
El sufragio pasivo: Derecho a ser candidato, pero con criterios
El sufragio pasivo —el derecho a ser candidato— también está secuestrado por los partidos.
Para acceder a cualquier puesto de representación política, no basta con tener una idea decente o la voluntad de cambiar las cosas, sino que es necesario haber sido previamente aprobado por los grandes jefes de partido. Esto no solo limita la pluralidad de voces en la política, sino que además condena al ciudadano a votar a personas elegidas no por su capacidad, sino por su obediencia a una cúpula.
Propuesta para el sufragio pasivo:
No se trata de poner barreras inalcanzables, pero sí de garantizar que aquellos que accedan a cargos de representación estén formados y preparados.
No podemos tener candidatos que sean meros afiliados de partido con escasa formación, ni mucho menos activistas sin experiencia de vida.
A los cargos legislativos, como los del Congreso de los Diputados, debería exigírseles una preparación mínima y un bagaje en la vida real. Esto no significa ser un experto en política, sino tener al menos 40 años de experiencia vital, con formación adecuada, y una trayectoria profesional que dé fe de que se puede gestionar lo que implica legislar y tomar decisiones sobre el futuro de una sociedad.
Para elecciones locales, como en los ayuntamientos pequeños, es comprensible que los requisitos sean más flexibles, pero para cargos de mayor nivel, como el Congreso, debe exigirse un perfil más alto, más maduro y con una visión más amplia de la sociedad. No basta con ser joven y tener un discurso bonito, hace falta responsabilidad y capacidad.
La democracia debe ser inclusiva: Propuesta para ampliar el sufragio a otras instituciones clave
La propuesta no se limita únicamente a nuestros representantes parlamentarios. Democracia es democracia, y por eso debe abarcar mucho más.
En muchos países del derecho anglosajón, por ejemplo, se vota al fiscal del distrito. ¿Por qué? Porque la democracia no puede limitarse solo a los políticos. La justicia debe ser también algo que esté bajo la mirada directa y el control de los ciudadanos. Si los cargos judiciales o fiscales son seleccionados por unos pocos, como ocurre en España, se pierde la transparencia y la rendición de cuentas. La justicia y la política deben ser áreas donde el pueblo pueda influir, participar y, en última instancia, decidir quién le representa.
No se trata solo de cambiar el sistema de elecciones, sino de extender la democracia a todos los ámbitos que nos afectan, incluyendo el poder judicial. Es una cuestión de coherencia, de que la democracia real abarque todas las instituciones, no solo aquellas que nos dejan votar una vez cada cuatro años.
Una democracia más cercana y representativa
Lo que tenemos hoy no es democracia, es un sistema secuestrado por los partidos políticos, que sirven a intereses ajenos al bienestar de la ciudadanía. Para recuperar una democracia real, debemos romper con el caudillismo y la partitocracia. La propuesta es clara: devolver el poder a los ciudadanos a través de circunscripciones pequeñas, donde los candidatos se elijan directamente y sean verdaderos representantes locales, sin imposiciones de partidos, y con un perfil profesional que asegure su capacidad para gobernar.
Es hora de transformar la política, de hacerla más cercana y más responsable. Solo así podremos avanzar hacia una democracia que realmente sirva a la gente.