Dato mata relato: Milei ha hecho más contra la pobreza que el Papa Francisco

por Abel Marín
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Milei ha conseguido más contra la pobreza en Argentina en un año que el Papa Francisco en doce años de pontificado. ¿Qué dice esto sobre el relato moral y la verdad incómoda del ego humano? ¿Y sobre la ciencia económica?

Dato mata relato

Milei ha conseguido más en un año contra la pobreza en Argentina que el Papa Francisco en doce años en todo el mundo.

Sí, lo sé: suena provocador.
Pero también es verdad. Y lo que escuece no es la frase, es el dato.

Javier Milei, el loco Milei, llegó al poder en diciembre de 2023 con un país desangrado, una inflación galopante y una pobreza que rondaba el 53%. Ajustó. Liberalizó. Desreguló. Y a comienzos de 2025, la pobreza se ha reducido hasta el 33,5% según estimaciones. Con sangre, sudor y rechazo internacional, pero bajó. Y eso no es ideología: es estadística.

Mientras tanto, el Papa Francisco lleva más de una década hablando de justicia social, de pobres, de inclusión. Ha escrito encíclicas, pronunciado discursos, convocado cumbres. Pero los pobres siguen ahí. Y el sistema que los genera también. Nada cambió. ¿Por qué? Porque la intención sin acción no sirve. Y la palabra sin poder real es liturgia sin transformación.

Milei no vino a salvar almas. Vino a quitar el pie del Estado sobre el cuello del contribuyente. Y eso —aunque duela a las buenas conciencias— está teniendo efectos medibles.
Francisco, por el contrario, representa un modelo de cambio que apela a la conciencia… pero nunca toca el bolsillo del poder real.

Y por si alguien lo olvida, Francisco no es neutral. Mantiene una relación cordial —casi fraterna— con Cristina Kirchner, una de las principales responsables del desastre económico argentino. La reina del subsidio, la arquitecta del clientelismo, la que confundió el Estado con un cortijo. ¿De qué lado está el Papa cuando la política se convierte en mafia ideológica? ¿Del lado de quienes fabricaron pobreza sistemática para luego administrarla como limosna?

Porque ese es el fondo del asunto

Las acciones contrarias al verdadero espíritu humano —el interés individual, el deseo de mejorar, la ambición legítima— no funcionan.

Llevamos más de 400.000 años de especie, y aún no lo aceptamos: el ser humano se mueve por incentivos. Por necesidad, por deseo, por supervivencia. Y cuando se le deja libre para actuar, crea. Cuando se le colectiviza a la fuerza, se paraliza o huye.

El altruismo obligatorio es una forma sofisticada de sumisión.
La caridad estructural es negocio para el que la administra.
Y el “pobrecito” perpetuo es útil al poder que lo necesita dócil.

El ego humano no es el problema. Es la clave.
Cuando se le da libertad, se convierte en motor.
Cuando se le niega, en resentimiento.

Francisco representa el mundo del relato.
Milei, con todos sus excesos, está poniendo los datos sobre la mesa.
Y eso incomoda, porque desmonta el cuento.
Porque deja en evidencia que, a veces, el hereje hace más por los pobres que el santo.

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