Infantilizados… porque quieren

por Abel Marín
infantilizados

Hablemos de otra cara del edadismo.

Hay una tendencia —cierta— a infantilizar a las personas mayores. Lo dice el psiquiatra Josep Moya Ollé en una entrevista en 65 y más (ver), y no le falta razón:

se les habla con diminutivos, se les impone un ocio ridículo, se les trata como si la vida ya no fuera asunto suyo.

Pero falta la parte incómoda…

Muchos mayores no solo lo toleran… lo compran encantados.

¿Por qué digo eso?

Porque llevan décadas creyéndose la milonga del sistema de pensiones como si fuera una jubilación dorada garantizada por el cielo fiscal.

Y cuando les llega, cuelgan el cerebro, se enfundan el chándal y esperan dócilmente a que el sistema les administre vida, pastillas y excursiones.

No es infantilización. Es autoinfantilización. Renuncia voluntaria. Deserción civil.

El problema no es que el Estado les trate como niños, sino que muchos llevan años comportándose como tales:

obedientes, dependientes, reclamando derechos sin asumir deberes, reclamando dignidad sin ejercerla.

¿Y lo peor?

Que no son solo los mayores, sino la mayoría a partir de los 50 años ya sólo piensan en el «retiro». ¿Qué ser vivo se rinde a mitad de su vida?

La mayoría de la sociedad está deseando llegar a ese momento en que deja de ser ciudadano activo para convertirse en pensionista pasivo, o que le den la incapacidad laboral permanente, o la prejubilación. Como si la jubilación no fuera un capítulo más de la vida… sino una coartada para dejar de vivir con responsabilidad.

Se dice que un país está envejecido. No. Lo que está es agotado de ciudadanos adultos.

Y claro, esto que digo ¿es de izquierdas o es de derechas?, ni lo uno ni lo otro.

Es liberalismo, la némesis del estatismo imperante (ver).

Haciendo pensar se hacen algunos amigos, y miles de enemigos.

 

«TRAGANDO SAPOS»

 

 

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