El miedo a la crítica: herencia evolutiva y cárcel invisible

por Abel Marín
miedo a la crítica

Cada vez que publico tengo miedo a la crítica, pero ya no es paralizante. Es como hablar en público, necesario en el mundo profesional.

Desde tiempos ancestrales, la supervivencia humana ha dependido en gran medida de la pertenencia al grupo. Ser aceptado significaba protección, alimento y reproducción; ser rechazado, en cambio, podía equivaler a una sentencia de muerte.

Este legado evolutivo ha dejado una huella indeleble en nuestra psique: el miedo a la crítica.​

Este temor no es una debilidad personal ni una inseguridad infundada; es una respuesta profundamente arraigada en nuestro ADN. Como señala un estudio sobre los mecanismos evolutivos del miedo:​

«En la evolución de las especies dotadas de sistema nervioso, el miedo ha jugado un papel fundamental, pues es un mecanismo que hace las veces de sistema de protección, el cual actúa como un movimiento inteligente tendiente a garantizar la supervivencia de la especie y del propio organismo en cuestión.» 

Ser desterrado era sinónimo de muerte.

En la sociedad moderna, aunque el rechazo ya no implica una amenaza física inmediata, nuestro cerebro primitivo sigue interpretándolo como tal. La crítica, especialmente en entornos públicos o profesionales, puede desencadenar respuestas de estrés similares a las que experimentaríamos ante un peligro físico real.​

Este fenómeno se ve amplificado por el llamado sesgo de negatividad, una tendencia humana a enfocarse más en los aspectos negativos que en los positivos. Según un artículo de Infobae:​

«Estudios psicológicos explican que el sesgo de negatividad amplifica el impacto de los comentarios críticos, afectando la autoestima y la forma en que se afrontan los desafíos cotidianos.» ​

El filósofo Friedrich Nietzsche, en su obra Así habló Zaratustra, nos ofrece una perspectiva sobre la superación de estos miedos:​

«El que quiera aprender a volar algún día debe primero aprender a pararse y caminar, correr, trepar y bailar; uno no puede volar directamente al vuelo.» ​

Esta metáfora subraya la importancia de aceptar y aprender de nuestras caídas y críticas como pasos necesarios en el camino hacia el crecimiento personal.​

En lugar de evitar la crítica, deberíamos verla como una oportunidad para el desarrollo. Aceptar que el miedo a la crítica es una parte inherente de nuestra naturaleza humana nos permite abordarlo con compasión y valentía.

Al hacerlo, transformamos una antigua respuesta de supervivencia en una herramienta para la autoafirmación y el progreso. 

Claro que tuve miedo a la crítica al publicar semejante novela, no es para menos, ¿Aún no la tienes… 

 «TRAGANDO SAPOS»

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