Bienvenidos a la Partitocracia criminal, democracia degenerada, donde la legalidad es solo la coartada del crimen (https://www.abelmarin.com/la-banda-institucional-y-sus-complices/).
No es que el sistema tolere la corrupción: está diseñado para producirla en serie.
Esto no es un país, es una organización criminal con ministerios. La corrupción no se cuela, se legisla. Está en el BOE, en las listas cerradas, en los aforamientos y en cada nombramiento a dedo. Nos mean con decretos y nos dicen que es democracia. Los partidos no compiten, replican el mismo patrón mafioso con distinto logo. Y mientras el ciudadano paga, calla y vota, ellos blindan su impunidad con leyes que redactan para sí mismos.
El diseño criminal del sistema
Cómo la corrupción dejó de ser un fallo y se convirtió en función. Durante años nos vendieron que la corrupción era un virus ocasional, una excepción al sistema. Pero no. Es el sistema. La corrupción no irrumpe como accidente: opera como engranaje central (https://www.abelmarin.com/ineptocracia-partitocracia-crisis-politica-espana/).
La ingeniería institucional del saqueo legal. Todo está diseñado para que los mismos siempre ganen, y lo hagan sin mancharse. Las instituciones no están pensadas para controlar el poder, sino para camuflarlo con normas y retóricas democráticas (https://www.abelmarin.com/el-diablo-no-es-democratico-pero-lo-aparenta/).
Partitocracia: el software corrupto del Estado. Los partidos han convertido al Estado en un chiringuito de clientelismo. No representan al pueblo, representan sus propios intereses (https://www.abelmarin.com/ilusion-participacion-democracia-decorados/).
La legalidad como coartada del crimen
Todo firmado, todo sellado, todo podrido. La corrupción no se esconde bajo la mesa: lleva membrete oficial. Se hace cumpliendo el procedimiento, aunque esos cauces estén podridos (https://www.abelmarin.com/protegen-las-leyes-o-perpetuan-la-desigualdad/).
Cuando la ley protege al corrupto y castiga al honesto. Las leyes se reinterpretan, los delitos se rebajan o desaparecen si molestan a los de arriba (https://www.abelmarin.com/aforados-justicia-a-la-carta-para-los-de-siempre/).
Legal es lo que conviene al poder, no lo que es justo. Confundir legalidad con justicia es el primer triunfo del sistema. El crimen no huye de la ley: la utiliza como escudo (https://www.abelmarin.com/el-tribunal-de-cuentas-y-de-cuentos/).
La colonización de las instituciones
Del Congreso al juzgado: todo bajo ocupación partidista. Las instituciones son sucursales de los partidos. No hay separación de poderes, hay reparto de poderes (https://www.abelmarin.com/renovacion-del-consejo-general-del-poder-judicial/).
Jueces a medida, fiscales al dictado. Colocar a los suyos en los tribunales garantiza archivo de causas y persecución selectiva (https://www.abelmarin.com/pedagogia-sobre-el-tribunal-constitucional/).
El poder ya no se reparte: se reparte entre los suyos. El Estado ha sido ocupado como se ocupa un edificio: con orden interno y vigilancia para que el propietario legítimo no vuelva a entrar (https://www.abelmarin.com/izquierda-derecha-y-el-gran-espejismo-de-que-lado-estas-realmente/).
El ciudadano domesticado
Vota, paga y cállate: el contrato social según la élite. El ciudadano legitima el teatro con su voto. A cambio, recibe humo y promesas que caducan al día siguiente (https://www.abelmarin.com/voto-en-blanco-o-voto-a-ciegas/).
Democracia de escaparate, esclavitud con urnas. Las urnas no son peligrosas si el menú está cerrado. La ilusión de elección es el mejor truco de la partitocracia (https://www.abelmarin.com/sufragio-universal/).
Si crees que participas, ya te han ganado. La ilusión de participación es el mecanismo de control más eficaz. No hace falta represión si tienes entretenimiento (https://www.abelmarin.com/democracia-emocional-voto-consagra/).
Romper el decorado: cambiar el sistema
No se reforma un cáncer, se extirpa. El sistema no necesita maquillaje, necesita derribo estructural (https://www.abelmarin.com/la-gran-estafa-llega-a-su-fin/).
De la indignación a la acción: propuestas sin maquillaje. Limitar mandatos, eliminar aforamientos, revocatorios y auditorías ciudadanas. No es reforma, es intervención quirúrgica.
¿Revolución o resignación? El dilema es ya impostergable. Cuando el decorado cae, lo que queda es verdad. Y esa verdad exige acción (https://www.abelmarin.com/estatismo-leviatan-contrato-social/).
Que caiga el telón… o que caigan ellos
La verdad está delante, pero duele demasiado mirarla. Asumir que hemos colaborado con esta farsa cuesta, pero es inevitable.
La corrupción no es el síntoma, es el ADN del sistema. Nada se regenera desde dentro. Todo está convertido en decorado.
Y si no hacemos nada, no es porque no se pueda. Es porque no queremos pagar el precio de la verdad. La verdadera libertad tiene un coste: conflicto, ruptura, incomodidad. Cuando seamos más los que elijamos la verdad incómoda a la mentira confortable, no quedará decorado que resista el empujón.
Democracia de escaparate, feudalismo de facto
La verdad es que vivimos atrapados en una apariencia de democracia ideal, barnizada con urnas y legalidad, pero que en su estructura profunda se parece más a un feudalismo moderno que a una república libre (https://www.abelmarin.com/feudalismo-hoy/)
No hay siervos con grilletes, hay ciudadanos con nómina pública, subsidio o pensión, dependientes del Estado como vasallos de su señor. Nos han convencido de que esto es lo máximo a lo que podemos aspirar. Pero la obediencia se ha convertido en pobreza estructural, y la dependencia en herramienta de control político (https://www.abelmarin.com/pensiones/).
El sistema no solo nos roba el dinero, nos roba la voluntad. Y cuando ya no eres dueño de tu futuro, ¿Qué más da que te llamen ciudadano si vives como siervo?
SI NO ERES CAPAZ DE PENSAR DE FORMA CRÍTICA SEGUIRÁS