No escribo por vanidad, ni por generar tráfico, ni para posicionarme como gurú de nada. Escribo porque si no lo hiciera, me traicionaría. Porque cada palabra que comparto es parte de un diálogo íntimo entre lo que pienso, lo que siento y lo que descubro en el proceso de vivir. Ese pensamiento crítico un elevado coste, pero lo asumo.
Este blog no tiene community manager. Yo me lo guiso yo me lo como. Ni esconde intereses comerciales. Soy yo. Pensando en voz alta. Mayormente con serenidad. A veces con indignación, rabia, y con dudas. Siempre con sinceridad.
No vendo certezas, busco lucidez. Pensamiento crítico.
No tengo la razón, nadie la tiene de forma absoluta, aunque intentarlo nos acerca a lo más sensato.
La razón es esquiva, muchas veces arrogante. La verdad no existe, casa uno asegura que es la suya. Ni siquiera la verdad es el consenso sobre el relato.
La realidad sí existe, y las verdades humanas son sus reflejos en el espejo de cada uno de nosotros.
Lo que sí pretendo es mirar de frente las contradicciones de nuestro tiempo, no tragar con ruedas de molino y no repetir consignas ajenas sin cuestionarlas. ¿Eso incomoda? A veces. ¿Eso me hace libre? Siempre. ¿Me perjudica? Sí, claro. Entonces ¿Por qué lo hago? eso entra en el mundo del psicoanálisis, jajaja, digamos que porque quiero aportar algo para mejorar el mundo, y la forma que he elegido es generando debate y reflexión.
Publicar es mi manera de pensar con más rigor
Escribo mucho, pero publico poco. Da miedo, a mi me lo da. Casi todo lo que escribo lo guardo para mí. Muchos se quedan como «borrador» en el WordPress, y nunca ven la luz.
Antes de cada post, reflexiono mucho, solo me interesa el pensamiento crítico, cuestionarme los relatos.
Lo que ves aquí no es una ocurrencia. Es el cribado de lecturas, experiencias, intuiciones y observaciones. Es mi manera de ordenar el caos mental. De encontrar sentido. Y de no tragarme mis propias mentiras, y menos las ajenas.
Escucho para aprender. Pero no bajo la cabeza ante nadie
Leo todos los comentarios. Me interesan. Algunos afinan mis ideas. Otros las cuestionan. Y eso me enriquece. No soy de los que bloquean o cancelan por pensar diferente.
Ahora bien: discrepancia, sí. Insulto, no. A la primera falta de respeto, aplico cirugía sin anestesia. Quien no respeta, no lo borro, lo dejo para que conste sus formas, pero le contesto, vaya que si le contesto.
Solo en los casos en los que observo conducta que pudieran ser consecuencia de enfermedades mentales (hay de todo), de personas tremendamente enajenadas puedo bloquearlas. Es muy raro que lo haga. Pero los imbéciles siempre ganan su debate, son muy buenos con sus reglas, unos cracks.
No quiero salvar el mundo. Quiero aportar algo real
No tengo vocación de mesías, pero sí de «cuestionador», de «provocador de debate».
Me interesa más ayudar al que tengo cerca, inspirar a quien está en la encrucijada, dar una idea útil, o un argumento distinto al que no se traga la narrativa oficial.
Porque cambiar el mundo empieza por no mentirse uno mismo.
Sin un buen diagnóstico no se encuentra la solución. Con un mapa de Valencia no te manejas por Venecia.
Y siendo honesto diré que la mayoría de los artículos con normalitos.
Pero sé que si publico cien uno será bueno. Si publico mil conseguiré uno muy bueno. Y si logro publicar diez mil tengo la esperanza de conseguir alguno del que me sienta verdaderamente orgulloso.
No es un más que un blog. Es mi espacio de resistencia
Frente al ruido, la superficialidad, el victimismo y la estupidez organizada, la falta de atención el bombardeo de noticias que buscan el click, más que la información veraz, este blog es mi trinchera.
Aquí se piensa, se afila el criterio y se defiende la libertad de ser uno mismo sin pedir perdón por ello.
Si te gusta, bienvenido. Si no, también.
Porque aquí no se viene a agradar. Se viene a pensar.
