Hay días que a uno alguien le levanta el ánimo. Transcribo parte del mensaje que he recibido de un cliente que atendí hace meses, una consulta, ni recuerdo si le cobré porque era familiar de una persona a la que aprecio mucho, sólo le ayudé a reconocer patrones.
Reconoció el patrón en su caso y no supe más de él…
Hace unos días me escribó esto:
“… creo que me recordará, de aquella charla que tuvimos sobre la venta del piso de herencia de mis padres , el pasado diciembre , y en la cual Ud. me dijo que ya había hablado mil veces conmigo. Cuánta razón tiene.
En primer lugar quiero FELICITARLE , agradecerle la entereza , la proximidad , experiencia y conocimiento de su oficio y su buen hacer , ante este mundillo que envuelven las desavenencias, las rarezas y las sorpresas de las herencias mal avenidas y de las cuales Ud. es un perfecto y experto conocedor , curtido en mil batallas similares.
Agradecer su incondicional apoyo al facilitarme esa tranquilidad de su palabra para poder afrontar esa montaña entonces , ahora completamente superada que significaba afrontar la venta de ese piso. Le comunico que al final todo se recondujo a buen fin , ese piso se ha vendido y aunque las posturas irreconciliables por ahora se mantienen , el tiempo actuara de testigo para que las aguas vuelvan a su cauce normal , si asó debe ser o no, el tiempo dirá.”
Tú no lo sabes, pero yo he hablado de esto contigo mil veces.
Cuando uno lleva varias décadas en el ejercicio de la abogacía, especialmente en el ámbito de las herencias, detecta que siempre se repiten los mismos conflictos personales. Los mismos escenarios, los mismos personajes o arquetipos. Sólo cambian los nombres, las propiedades, los lugares y las fechas. Pero en esencia, son siempre una veintena de casos que se repiten una y otra vez.
Por ello, muchas veces, tras oír a un cliente por primera vez en la consulta, suelo decirle: «Tú y yo hemos hablado mil veces antes. Lo que pasa es que tenías otro nombre y tus hermanos eran otros, pero eran los mismos».
He repetido curso mil veces, me sé el temario de memoria.
No es que sea más listo, no, sólo sucede que como he repetido curso mil veces, me sé el temario de memoria, y tu caso está en el temario.
Unos lo entienden y te hacen caso.
Otros creen que lo suyo es distinto. Creen que su problema es diferente a cualquier problema que cualquier otro ser humano haya tenido a lo largo de la historia de la humanidad.
Es curioso cómo, pese a las diferencias superficiales, las dinámicas familiares en las herencias tienden a seguir patrones predecibles. Disputas por bienes, desacuerdos irreconciliables, promesas incumplidas… Todo esto es parte de un ciclo que he visto repetirse innumerables veces a lo largo de mi carrera.
Esta repetición no sólo facilita la identificación de los conflictos, reconocer patrones, sino que también me permite ofrecer soluciones más efectivas y personalizadas. Mi objetivo siempre es brindar a cada cliente la atención y dedicación que merece, entendiendo que, aunque los conflictos se repitan, cada caso es único y cada persona necesita sentir que su situación es tratada con seriedad y respeto.
La importancia de reconocer patrones
En resumen, en la abogacía, la experiencia te enseña que los conflictos de herencias son ciclos recurrentes. La habilidad está en reconocer los patrones y, aun así, tratar cada caso con la singularidad y el respeto que cada cliente merece.
Porque, al final del día, no se trata solo de resolver un conflicto, sino de acompañar a las personas en un momento crucial de sus vidas, brindándoles la tranquilidad y el apoyo necesarios.
También te lo puedes aplicar a tu vida diaria.
Nos mentimos a nosotros mismos constantemente. No queremos ver las cosas evidentes. Y las cosas casi siempre son lo que perecen. Y digo casi siempre.
Esos amigos tóxicos, esa relación interesada, esa relación de pareja que ya no funciona, ese trabajo en el que eres infeliz…
Dite Verdad, necesitas decirte a ti mismo la verdad, en todo. Aunque duela, aunque lo te guste.
Reconocer patrones es muy fácil, no niegues lo que ven tus ojos.
