Cuando llueve, tú contaminas. Cuando hay sequía, también. Si hace calor, es tu coche. Si nieva en abril, es tu aire acondicionado. El clima cambia, y tú, como buen súbdito, asumes la culpa sin rechistar.
Marzo de 2025 se está convirtiendo en uno de los más lluviosos jamás registrados en España, dice eltiempo.es. Y los medios, como autómatas bien lubricados, ya han sacado la cantinela: “el cambio climático es el culpable”.
Pero no el cambio climático en abstracto. No. El culpable eres tú. Por tener un coche de gasolina. Por vivir. Por existir. Y si tú no estabas aún, lo fue tu abuelo en 1960, porque él también tenía un coche SEAT 600. O fumaba. O porque sí.
La prensa lo deja claro: en el centro, sur y este llueve más. En el norte, menos. ¿Variabilidad natural? ¿Cambios en los patrones atmosféricos? No, amigo. Eso es demasiado complejo. Es más fácil señalarte con el dedo y decirte: “tú tienes la culpa”. La causa antropogénica.
El problema no es que marzo esté siendo húmedo —marzo siempre ha sido variable—.
El problema es que ya ni siquiera podemos observar un fenómeno climático sin que alguien, desde un ministerio o desde una ONG con sede en Bruselas, nos diga lo que debemos pensar. La culpa se convierte en herramienta de sumisión. Y tú, por si acaso, te callas.
Una vida, un 0,02%
Por si fuera poco, resulta que los 60 años de vida de una persona media representan solo el 0,02% del tiempo que el Homo sapiens lleva sobre la Tierra. Pero eso no importa. Porque, según los nuevos dogmas, tú y tu coche habéis roto el equilibrio climático de un planeta de 4.500 millones de años. Tú, con tu utilitario del 2007, y tu abuela, que hervía agua en cocina de butano.
En mi anterior artículo «Una calzada romana bajo el hielo de Suiza», ya lo dije: la Tierra cambia, y lleva cambiando mucho antes de que tú aparecieras. Pero ahora el relato necesita que tú seas el pecador y ellos el sacerdote que te vende indulgencias en forma de impuestos verdes, restricciones y euro digital no votado.
La imagen del día
Aquí la tienes. El hombre pequeño, culpable universal, blanco y europeo. Con su mochila llena de chimeneas, coches, calefactores y culpas heredadas. Señalado desde el cielo por un dedo todopoderoso con una palabra escrita en letras de fuego: CLIMA.
Y en la esquina, la estatua del abuelo de 1960, con cara de “yo qué sé, solo quería veranear en Benidorm”. (Ver imagen más arriba)
Nunca llueve a gusto de nadie ni con el marzo más lluvioso
Ni con el marzo más lluvioso en España la lluvia aclara la mente: vivir es contaminar, dudar es negacionismo, y resistirse es delito.
Sí, está lloviendo. Pero lo más preocupante no es la lluvia. Es el lavado de cerebro que nos empapa. El que nos dice que vivir es contaminar, que dudar es negacionismo, y que resistirse es delito.
Lo que está en juego no es el clima. Es tu libertad.
Y tú, ¿vas a seguir pidiendo perdón por respirar?
El sapo que te tienes que tragar, ¿lo quieres a la plancha o en cazuela?
Novela «TRAGANDO SAPOS»