Una reforma más que dinamita la libertad contractual

por Abel Marín
despido

El Senado ha aprobado —tras haberlo hecho antes el Congreso— la reforma sobre el despido avalada por todos los grupos políticos… menos Vox. Sí, todos: derecha, izquierda, nacionalistas, posmodernos y neolengüistas. Unanimidad ideológica enmascarada de pluralismo democrático. Unanimidad que debería alarmarnos.

Esta reforma no es solo un desliz legislativo: es un torpedo a la libertad contractual, otro paso hacia una economía intervenida al más puro estilo soviético, donde el empresario ya no puede pactar libremente ni con el trabajador ni con la realidad.

DJ Vance lo advirtió a los líderes europeos: este tipo de regulaciones asfixiantes son el preludio del colapso productivo. Si penalizas al que produce, invierte y arriesga, ¿qué crees que hará? Exacto: cerrar, deslocalizarse o dejar de contratar. Más paro, más subsidio, más dependencia del Estado. Otra vuelta de tuerca a la servidumbre moderna.

Y por si alguien pensaba que esto podría ser revisado, recordemos que el Tribunal Constitucional no es un órgano judicial independiente, sino un decorado político designado por los mismos partidos que aprueban estas reformas. ¿Control de legalidad? Ninguno. ¿Estado de Derecho? Solo en el papel.

¿Qué implica esto?

Cambio de paradigma: el empresario pierde capacidad de decisión sobre la continuidad de una relación laboral que, por definición, se ha tornado inviable.

Carga probatoria: recae sobre la empresa la justificación de que los ajustes no son razonables, o bien que no existen puestos vacantes compatibles. Y deberá hacerlo en un entorno administrativo y judicial que difícilmente le será favorable.

Extensión de la relación laboral suspendida: incluso cuando el trabajador ha sido declarado permanentemente incapacitado, la empresa debe esperar hasta dos años manteniendo la reserva del puesto.

Intervencionismo: se impone una visión según la cual el empresario ya no puede decidir si el puesto que creó tiene sentido sin esa persona. La empresa se convierte en una institución asistencial.

Los riesgos reales:

Se mina el incentivo a contratar cuando el despido se convierte en una odisea judicial.

Se favorece la contratación temporal o externalizada como vía de escape al riesgo regulatorio.

Bienvenidos a la nueva normalidad: legislar contra el mercado, contra la empresa, contra la libertad, palabra borrada de la ley: despido.

Y luego preguntarse por qué no se crean empleos estables.

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